jueves, 29 de octubre de 2009

PLATERO, EL STRAIGHT EDGE Y YO


Acá le dejo un texto escrito para los que desconcen o para los que conocen y quieran informarse más sore el Straight Edge.
Por: Marino Zaffanella.Desde ya muchas gracias a el.




“¿Estrei QUE?”. Un intento de explicar que es el Straight Edge. Primera Parte

“Hay muchos mas para
experimentar y lograr
que gastar un precioso segundo
borracho y drogado”
Earth Crisis – Gomorrah’s Seasons End



Más allá de lo irónico del título, quisiera hacer dos cosas. Primero: quiero agradecer a Tito por la invitacion. Segundo: “estrei QUE?”,es seguro que más de uno dirá o se preguntará eso. Mi intención no es definirlo, caracterizarlo, medir, pesar y puntualizar lo que es el Straight Edge. Por lo general esas definiciones prefabricadas me generan grandes dolores de cabeza.
Hace días atrás fui testigo de la presentación del excelente teaser del documenal HCPUNK TUCUMAN: 10 años de Rock y Autogestión”, y Pedro Arturo Gómez expresó:” frente al lugar común de explicar algo que un grupito conoce (eh: elhcpunk) a un grupote que no entiende. Por que, según el, “diccionarios de rock” (sic) sobran, pero de ahí que las definciones sean las apropiadas… es otra cosa, y que eso se pueda entender es otra cosa aun mucho mas lejana y difícil de lograr. Ni lo entenderían. Ni tampoco tiene porque hacerlo así por mas que le expliquemos a un vecino,a los medios o a Doña Rosa, no lo entenderán.
Vayamos delimitando ciertos aspectos… “¿tribu urbana?” No, por el amor de Dios, no!.Los emos y los floggers son una tribu urbana!!!. Odio ese termino,se lo dejemos para periodistas (que de paso hagan lo que dijo Maradona), docentes, psicólogos, y padres de familia que están a mitad de camino entre el prejuicio y la ignorancia.“¿subgenero del rock?” eso suena mas a un esquema o mapa conceptual de un libro de botánica o una taxonomía de biología. “¿cultura juvenil?” puede ser…“cultura relacionada al hcpunk” ahí me gusta mas.


Hablar de Straight Edge nos lleva al lugar común de explicarlo desde sus origines (o por lo menos de un cliché que se fue armando),ya saben.. “el Straigth surge en los primero albores de la escena hardcorepunk yanquee de los 80’s como respuesta a los excesos, los abusos de sustancias que habían caracterizado al movimiento punk de finales de los 70’s”. Cuenta el mito que Ian Mackye, mentor de tantas cosas cruciales y lider de Minor Treath, escribió una letra llamada Straight Edge. ¿”y eso con que se come” me dirán? Esa letra es una bomba nuclear de principios que exploto sobre el Hiroshima de mucha gente que sentían cierto disconformismo y un sentimiento de lejanía a lo que los mass media y “Doña Rosa” indicaban lo que era ser punk en esos tiempos. Años después Ian Mackye es entrevistado para el documental American Hardcore y dice una frase genial: “Sid Vicious era un drogón nihilista”. Con esa frase creo que dijo todo.
Me choca hasta el infinito definir, y escuchar esas definiciones tan chatas y pobres que te quieren pintar lo que es el Straight Edge en “una listita de 4 NO, cosas que si no haces ya sos “straight”. Me pregunto: si un tipo vive en el medio de la nada y (como diría la canción) no toma, no fuma, no coge y no se droga, no creo que Ray Cappo le entrege el diploma o carnet de Straight Edge a alguien que no distingue Abba de Ten Yard Fight. Si es por las cosas que no hay que hacer… el straight estaría (Y DIOS ME LIBRE!!) anudado lamentablemente a los mormones, los amish, los musulmanes talibanes, los evangelistas,no hay straight Edge sino hay cultura hcpunk de por medio. Y ahí es donde salen corriendo en forma despavorida los mormones en búsqueda de John Smith, los evangelistas y los testigos a refugiarse en sus templos mientras suenan de fondo esas bandas de “soft rock cristiano”, los amish a vivir en La Pampa para tratar de evadir la satánica civilización y los musulmanes talibanes a matar a cascotazos a mujeres que fueron infieles, no usar la “burka”.. o por no lavar los platos. La diferencia entre “estilos de vidas puritanos” y lo que es el Straight Edge es que no podemos explicarlo sin el contexto y los vaivenes del hardcore y del punk en tanto música, estética, política y mensaje. Mas que no tomar, no chupar, no fumarse un porro o no ser promiscuo (no confundan los terminos) el “straight Edge” está mas cercano a ser parte de una cultura, participar de ella de la forma que sea. La gente puede ver a este estilo de vida como restrictivo, pero en lo personal creo que es todo lo contrario. No conozco nadie que sea straight Edge y que simplemente postule un “no chupen , no se droguen, no fumen”, sino que serlo te lleva a ser parte de una escena, tocar en una banda, trabajar por algo que te gusta y en lo cual no hay ni grandes sellos ni grandes productores (y por suerte que es así!!) y tratar de llevar una vida positiva (no confundir con ser un ingenuo). Definitivamente, Riky Espinoza y los seguidores de la imagen estereotipada y distorsionada que se hizo de este no son punk. Del rechazo a las drogas, el alcohol, el nihilismo, la autodestrucción y la idea esa de que “punk = patear tachos” mas todo lo que pueda salir de un comercial de cerveza Quilmes mas la unión indisoluble con la furia creadora del hardcorepunk, la autogestión y el compromiso social y político a temas que se fueron agregando al Straight Edge como el vegetarianismo, los derechos y la liberación animal, la ecología, etc. Pensar que hay mas cosas en esta vida que chupar todos los fines de semana, fumarse un caño para estar “en onda” o recurrir a los laberintos minotáuricos del placer químico te lleva a hacer otras cosas. Ser “straight” no es condición de pureza, virtud o perfección, eso se lo dejo a San Francisco de Asís. Es elegir otra vida en el mundo en que vivimos, en la cultura que nos toco y en el sistema que nos vende espejitos de colores.
. Pero mas allá de la cultura straight Edge, las banditas y por mas lindo que sea la combinación de tatuajes, bermudas camufladas, zapas Nike Air y remeras de Bold , el que (o los que) creen en esto lo ven como una promesa personal a hacer cosas que personalmente no aceptamos, y aquí pueden entrar una gran lista de adjetivos calificativos que van desde “nocivo a suicida”. Soy de los que creen que el que es straight lo es por una razón demasiado personal y muy propia con raíces profundas en su subjetividad e historia de vida. Así como no hay leyes ni reglas, sino razones tampoco hay jueces.


Para ir finalizando, voy a contar una anécdota: el otro día comprando en el Cappo (nota: Super Mercado mayorista de San Miguel Tucumán) un pibe que atiende y con el cual ya tengo trato porque una vez estaba atendiendo con una remera de Hermética y nos pusimos a hablar de rock, recis y cosas así; me pregunta “¿Qué es esa línea que se pintan en los manos?” porque había visto unas fotos de un reci de acá donde había chicos con las X’s en las manos. Le explique de que se trataba y su cara era de un asombro total. Eso me hizo pensar muchas cosas en el camino a tomar el colectivo mientras cargaba las cosas que había comprado: puede ser hasta absurdo para mucha gente, mas si sos joven o rockero, decidir no hacer ciertas cosas por razones y convicciones propias. Mas para los medios, adultos y “Doña Rosa” donde todos los jóvenes, mas si sos rockero, estamos irremediablemente perdidos por la droga, el alcohol y el Satanismo,perdidos o perdidijirillos como diría Ned Flanders cuando se perdió en un gomón el día que se fueron con excursión con los Boy Scouts. El Straight Edge surgió de las ideas de un pibe punk de Washington DC que escribió en un pedazo de papel: “soy una persona como vos pero tengo mejores cosas que hacer que sentarme por ahí y hacerme mierda la cabeza…”. Espero que estas palabras escritas sirvan para explicar lo que es el Straight Edge….por más que Doña Rosa no nos entienda.

martes, 27 de octubre de 2009

El arte como una forma de la política




En la frontera del arte y la política, una generación de activistas del arte producen parodias, denuncias, sabotajes y bromas que, en su mayoría, circulan en el espacio público. ¿Son arte o militancia? ¿Acaso ninguna de las dos? ¿o acaso las dos? Esto último es lo más probable, pero entonces ¿qué decir de los miles de foros, papers, seminarios, talleres y muestras destinados a su estudio sesudo?
Año 2020. Estados Unidos le declara la guerra a China después de atacar a Corea del Norte. Para evitar la mutua destrucción nuclear de las superpotencias, la Unión Europea envía a cinco agentes de inteligencia conocidos como el Inglés, la Española, el Francés, el Alemán y el Italiano en una peligrosa misión internacional. ¿Lograrán salvar al planeta? Protagonizado por Penélope Cruz y Ewan McGregor, el inexistente filme es anunciado bajo el título United We Stand: Europe has a mission en miles de posters que imitan la retórica de Hollywood, pegados en las vías públicas de Barcelona, Berlín, Bruselas y Nueva York. La falsa película tiene, además, su propia página web.

El fraude publicitario emerge de 0100101110101101.org, impronunciable nombre de un sitio de internet en el cual algunos artistas europeos utilizan formas de comunicación no convencional para cuestionar el simulacro mediático y la manipulación informativa. La impugnación del espectáculo y de la guerra provee de fuerza vital a una corriente cada vez más caudalosa de artistas críticos, activistas del arte o artivistas, hijos de las cruzas que en los últimos años han brotado a lo largo y ancho de la ciudad internet. Parodias, imitaciones, denuncias, sabotajes light y bromas pesadas son parte del repertorio de acciones producidas por esta generación de híbridos que abrió una entrezona en la frontera del arte y la política. En ella crecen debates que arrastran ciertos lugares comunes de una polémica que atravesó todo el siglo XX, además de presentar varios problemas nuevos.

The Yes Men es una asociación mundial de impostores que se infiltra ocasionalmente dentro del comercio internacional, simulando actuar y hablar como algunos de los "más poderosos criminales del mundo" (léase dirigentes políticos y de grandes corporaciones). Llegó a parodiar la página de la industria Dow-Chemical, fabricante de napalm en la década del 60, para denunciar su responsabilidad en la muerte de miles de personas por la fuga de pesticidas de la planta Unión Carbide en Bhopal, India, en 1984. Cuando se cumplieron 18 años de la catástrofe, la falsa página empresarial ofreció toda la información que la multinacional se negaba a reconocer.

RTMark es un grupo que se presenta como "marca líder en la industria activista". Comenzó reemplazando productos de las góndolas de los supermercados por artículos de fabricación propia, como muñecas Barbie que gritaban "mátenlos a todos". Luego se dedicó a crear algunas páginas web fingidas, como una supuesta GWBush.com y la aparentemente oficial gatt.org de la Organización Mundial de Comercio. Esta última fue más tarde transferida a The Yes Men, quienes la desarrollaron con tal credibilidad que fueron invitados a un seminario internacional sobre libre comercio en Austria, en 2000. Allí, los hombres de negocios se vieron sorprendidos por una cruda exposición acerca de métodos de rapiña neoliberal y sus reacciones fueron grabadas por cámaras ocultas.

¿Es arte? ¿Es política? La simulada campaña publicitaria de United We Stand despertó el interés de instituciones como la Postmaster Gallery, de Nueva York, que en diciembre de 2005 exhibió una instalación con imágenes en vivo de transeúntes sorprendidos por cámaras ocultas ante los carteles callejeros. Según se ha explicado en algunos sitios, estos espectadores fueron parte involuntaria de la obra exhibida a los visitantes voluntarios de la galería. Así se mataban dos pájaros de un tiro: un hecho artístico se convertía en acto político. Pero lo que muchos activistas justamente detestan es que sus propuestas sean incorporadas al museo, la galería u otros organismos culturales.



La capacidad de absorción institucional siempre parece ir por delante de las teorizaciones de practicantes así como de estudiosos del tema, cuyos encuentros discursivos, papers y seminarios van ganando espacio dentro del mercado académico europeo y norteamericano. Algunos cuestionan el estatuto de arte de ciertas intervenciones, reivindicándolas como acciones militantes y no artísticas. Claro que cuando las agencias culturales estatales o privadas asimilan las propuestas más críticas, el activista siente con justeza que está siendo usado, comprado, "cooptado". ¿Qué hacer? (Lenin) ¿Cómo resistir a la colonización de la vida y del arte por la mercancía, esa "vieja enemiga"? (Debord)

Un estilo de campaña publicitaria anticomercial que parece inasimilable es el de Yomango, marca simulada cuyo objetivo no es vender sino adquirir productos "mangueados" o sustraídos de cadenas de supermercados. "Yomango, tú mangas, él manga Yomango es una marca que no vende ni compra nada y se ocupa de que usted tampoco tenga que comprar casi nada: llene su heladera gratis" son algunos eslóganes de este grupo originado en la subcultura hip hop de Madrid que en su página web ofrece pistas para desconectar la tarjeta magnética de mercadería en venta y llevársela en bolsillos ocultos como actos de "provocación artística". Su representante en Argentina es Pinche Empalme Justo, la "primera empresa de TV por cable autoinstalable", que aconseja compartir señales de cable con el vecino parodiando el lenguaje publicitario empresarial: "No somos un servicio de conexiones ilegales ni lucramos con las señales de televisión. Simplemente creemos que la información es un derecho fundamental y apostamos a la libre circulación de la misma a través de todos los medios que la tecnología permita a los ciudadanos".

Todo esto se debate a cielo abierto en foros virtuales. Como parte de un discurso secundario que parece ser acompañante imprescindible de cada gesto u obra, las explicaciones y argumentaciones saturan la Web. Se discute desde el supuesto escenario privilegiado que sería Internet para la circulación democrática de información (en Argentina ya hay ocho millones de usuarios, avisa Microsoft) hasta los proyectos contra las leyes de propiedad intelectual y la impugnación de los derechos de autor. Estos últimos son cuestionados por colectivos de artistas en los cuales desaparece el nombre individual, evocando las vanguardias históricas que producían artículos sin firma, tras los pasos de la idea de muerte del autor del siglo XX.

El modelo del artista como inventor de formas de vida nueva, no-burguesas y alternativas, vuelve a escena en los llamados a experimentar y registrar los experimentos sobre la propia subjetividad. La intersección de arte y activismo se presenta como continuadora del cruce entre arte y vida y, por lo tanto, como una marca de estilo existencial. A solas con su laptop y al mismo tiempo conectado a una inmensa red mundial, uno puede recibir, reciclar y hacer circular enormes caudales de información en segundos. Lo paradójico es cuando esas formas técnicamente nuevas ensamblan con las demandas de los mercados de producir sujetos creativos, móviles, flexibles y cuyo deseo de consumir ha sido liberado de todo lazo territorial, familiar o moral. El deseo de un consumo irrestricto es la utopía capitalista por excelencia. Y la producción de una subjetividad marginal o bohemia hoy deja de ser un fenómeno de elites para redistribuirse a sectores más amplios, en coincidencia con la precarización laboral requerida por las empresas.

¿Acaso por ello el artista crítico habría de rechazar la opción de obtener más espacios de libertad y creatividad? No necesariamente, si trata de sobrevivir en una sociedad en la cual hay reglas de juego basadas en la oferta y la demanda. Pero entonces el discurso antagonista puede vaciarse de sentido. Hay más preguntas que respuestas en los innumerables sitios de Internet que emergen cada día en esta zona fronteriza.

"El aburrimiento es revolucionario" proclamaban los situacionistas en los años 50 y 60. Legítimo heredero de esa consigna, el artista-activista rescata y renueva la tradición teatral, lúdica y celebratoria de la protesta, reclamando para sí el derecho de divertirse mientras combate al capital y al estado. "Cualquier acción, para ser sostenible, tiene que ser gozosa, porque nos amarga bastante la vida el capitalismo para tener que amargárnosla también nosotros", asegura la red Sabotaje Contra el Capital Pasándoselo Pipa. Así, se radicalizan las posturas de vanguardias que defendían los happenings y otros gestos rotulados como "elitistas" y "frívolos" por la izquierda dura de décadas pasadas. Sin embargo, la insistente reivindicación del goce muchas veces pasa por alto problemas de la sustentabilidad de una acción política y sus alianzas.

El "artivismo" es un punto de fuga respecto de la militancia de rutina, que suele o quiere involucrar a más personas y que por lo general precisa largas horas de trabajo tedioso, escribir cartas y llamamientos, participar de reuniones interminables. Diseñar una página o realizar una performance es sin duda más divertido que ponerse a discutir sobre la conveniencia de ir o no a la huelga en una asamblea gremial. Ambas instancias no tienen por qué ser excluyentes, pero la militancia artística es mucho más seductora que el trabajo en los barrios o los sindicatos, como bien lo saben las instituciones del Estado y del mercado habituadas a comercializar protestas.

Y la interrogación sobre qué eficaz puede ser una crítica del simulacro oficial a través de la construcción de otros simulacros sigue sin respuesta. ¿Pueden aplicarse parámetros de eficacia a un tipo de juegos de ironía que no son políticos en sentido clásico? Si se tratase "sólo" de arte (una categorización que el activista rechaza con absoluto derecho), las preguntas sobre su impacto sociocultural dejarían de tener sentido. Pero cuando admiten la búsqueda de ciertos efectos (de denuncia, de movilización o desestabilización de conciencias), uno bien puede preguntarse si logran o no su objetivo. La apatía, la falta de deseo o la indiferencia de capas masivas de la ciudadanía es un tema habitual de los debates en red.

Como entrezona, mediador o tercer término entre el arte y la militancia, el "artivista" tiene los problemas de todo ser fronterizo. Si ese entrelugar quiere intervenir a fondo sobre el cuerpo social, se ve obligado a encontrar mediaciones que subordinen los deseos de divertirse en el sabotaje a campañas articuladas con organizaciones político-sociales más amplias o incisivas.

Y si quiere ser reconocido en el mundo del arte, también tiene que aceptar mediaciones institucionales dispuestas a darle algún lugar a su crítica, aunque ello podría dificultarse si lo que se propone es claramente ilegal. Lo que nunca debería hacerse es "subestimar al enemigo", como lo sabe cualquiera que vive cruzando una frontera con frecuencia. Los que controlan el paso son siempre más hábiles, más inteligentes, más astutos y están más informados de lo que creen sus antagonistas.

POR: OSVALDO BAIGORRIA.